Y por eso se dedicó a estudiar durante algún tiempo los perfumes y los secretos de su manufactura, destilando aceites de pesado aroma, y quemando gomas olorosas del oriente.
Vio que no hay estado de ánimo que no tenga su contrapartida en la vida sensual, y se dispuso a descubrir sus verdaderas relaciones, preguntándose qué era lo que había en el incienso que inclinaba hacia el misticismo; y en el ámbar gris, a la pasión; qué era lo que había en las violetas que despertaba el recuerdo de amores desvanecidos, y en el almizcle que turbaba el cerebro y en el champaña que manchaba la imaginación; y trató muchas veces de establecer una verdadera psicología de los perfumes, y estimar las diversas influencias de las raíces de olores dulces, de las flores cargadas de un polen perfumado, de los bálsamos aromáticos, de los bosques oscuros y fragantes, del nardo indio que enferma, de la hovenia que enloquece a los hombres, y del áloe, que se dice que puede expulsar la melancolía del alma.
Fragmento de El retrato de Dorian Gray
(Oscar Wilde)
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