miércoles, 11 de abril de 2012

Resaca

 

Hacía una gloriosa tarde de verano cuando salí a la calle. Me encontré con que mis pasos tenían una extraña agilidad. Claro, era jueves. Las drogas del fin de semana habían sido ya total y absolutamente procesadas, las toxinas eliminadas: sudadas, cagadas y meadas; la resaca, finiquitada; el autoaborrecimiento psicológico remitía a medida que la química del cerebro se desjodía a sí misma y la fatiga se hundía en el pasado mientras la vieja bomba de adrenalina volvía a ponerse en marcha lentamente preparándose para el siguiente asalto de excesos.
A esta sensación, cuando se ha superado la resaca depresiva y el cuerpo y la mente empiezan a arrancar de nuevo, sólo la supera el subidón de un buen éxtasis.

Fragmento de Éxtasis
(Irvine Welsh)

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