martes, 29 de mayo de 2012

La vida es una caja de bombones


Rebecca se mostró veloz y furtiva cuando llevó su mano hacia la caja. Levantó el separador y sacó rápidamente dos trufas de ron de la parte inferior. Se llenó la boca con ellas, a punto de desmayarse por la sensación de empalago, y empezó a masticar furiosamente. 


El truco consistía en consumirlas lo más rápidamente posible; al hacerlo así, tenía la impresión de que podía engañar al cuerpo, camelarlo para asimilar las calorías como un todo compacto, haciéndolas pasar por dos pequeños bocados. Semejante autoengaño resultaba insostenible cuando la infame y dulce ponzoña alcanzaba su estómago. Podía sentir cómo su cuerpo descomponía con agonizante lentitud aquellos repugnantes tóxicos, realizando un meticuloso inventario de las calorías y toxinas presentes antes de distribuirlas entre aquellas partes del cuerpo dónde más daño harían.
Fragmento de Éxtasis
(Irvine Welsh)

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